
Electricidad, el agua que riega la España Vaciada
- Publicado por Foro para la Electrificación
- El 9 marzo, 2020
Por JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ MOYA, Director General de APPA Renovables
La emigración de pueblos a ciudades no es un fenómeno nuevo. Muchos de los lectores tomaron ese camino en el pasado o son hijos de aquellos que emigraron. Sin embargo, cuando hace un año saltó a los medios el problema de la España Vaciada no lo hizo por un problema de décadas atrás. La atracción de ciudades como Madrid, donde llegan cerca de 100.000 inmigrantes cada año provenientes de otras Comunidades Autónomas, se acentuó a partir de 2006, según la Estadística de Variaciones Residenciales del Instituto Nacional de Estadística.
Los municipios rurales pierden cerca de cinco habitantes cada hora y esto es algo insostenible para el entorno rural y también para las ciudades. La OCDE prevé que, en 2050, el 70% de la población vivirá en ciudades. Al igual que sucede con el Cambio Climático, estamos ante una tendencia fuerte que está en nuestras manos evitar. Los problemas que originará la inacción, tanto en el campo (falta de empleo, desatención sanitaria, reducción de servicios públicos…) como en la ciudad (contaminación ambiental y acústica, congestión de la movilidad, coste de la vida mayor…), podemos afrontarlos antes de que se agraven.
Si pensamos en los servicios básicos que debemos garantizar a todo el territorio español para luchar contra esta despoblación del entorno rural, nos vendrán rápidamente a la cabeza algunas infraestructuras clave: electricidad, telecomunicaciones, movilidad… Mientras organizaciones como la Coordinadora de la España Vaciada reclaman una mayor oferta a las empresas de telecomunicaciones – que en ocasiones no cuentan en algunos municipios con suficientes potenciales clientes para mejorar su cobertura – o reclaman inversiones tanto en movilidad ferroviaria como en carreteras, tienden a olvidarse las reivindicaciones sobre la electricidad… porque la electricidad siempre estuvo ahí.
Desde la segunda mitad del siglo XIX y, especialmente, con la aparición de la corriente alterna a comienzos del siglo XX, el entorno rural y el urbano han disfrutado de la electricidad de una forma similar. A finales de los años 20, hace ya un siglo, el 81% de la producción eléctrica era de origen hidráulico y esa electricidad se originaba en los ríos cercanos a las grandes ciudades. Es difícil encontrar a alguien que no recuerde su pueblo iluminado de noche. Hemos crecido, en pueblos y ciudades, con las ventajas de la electricidad y, en ocasiones, se nos olvida el trabajo que toda la cadena de valor – productores, operadores de red y de mercado, distribuidoras o comercializadoras – realiza para que no haya diferencia de servicio en entornos rurales o urbanos.
Hoy, con unos ambiciosos objetivos de energías renovables para la próxima década, con la digitalización de nuestra red eléctrica y con una mayor concienciación sobre el uso energético que realizamos, la electricidad toma una nueva dimensión para la España Vaciada. La generación distribuida, especialmente con energías renovables, se ha convertido en una fuente de empleo y generación riqueza para el entorno rural.
Zonas donde era inviable vivir o incluso tener animales por su fuerte viento, son hoy parques eólicos; subproductos de las industrias ganaderas o agrícolas, son combustibles para centrales de biomasa; las pequeñas centrales minihidráulicas se integran en el entorno de nuestros ríos para generar electricidad sostenible y gestionable; áreas que eran casi desérticas pueden hoy aprovecharse para generar energía solar… Si sabemos conjugar los objetivos energéticos de la próxima década con las necesidades de riqueza y empleo de la España Vaciada podemos encontrar grandes sinergias. El antiguo Ministerio de Energía – hoy alzado a Vicepresidencia – ya ha cambiado su nombre por Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. No es casualidad.